II

De Literatura Cibernética
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Doña Luisa duerme cada vez más. Cualquier día destos yo creo que no se va a despertá. Es que ella es callá hasta pa morise, mija. Ya son doce años enferma, como unos cinco o seis en cama, si acaso más. Ahorita ta tranquila, no da tanto trabajo. Antes sí. Caminaba y decía que quería ise pa su casa ique pa buscá a su mamá. Había que está pendiente, con el ojo encima pa’ ve qué hacía y qué agarraba la misia. Ya no. Ahorita lo más difícil es sentala pa dale la comía, porque esa viejita pesa. Yo la agarro por entre los brazos y la jalo pa mi hasta que se sienta. Porque además ella aprieta y se pone tiesa y uno tiene que empujala ¿No ves que se asusta y comienza a soplá? “Sususususú, sususususú”. Y a echá saliva. Después es que se ríe y ahí afloja y abre la boca pa comé. Se jarta hasta dos perolas desas, muchacho, y si le das una tercera también se la traga. Lo que pasa es que no debe comé mucho porque se infla. Yo le daba crema de lentejas o de garbanzos, pero su estómago ya no me la procesa como antes y en la noche la veo con esa barriga grandísima. Comencé a dale fue crema de verduras. Las licúo bien licuaitas y se las doy poco a poco. Y le gusta porque se pone contenta. El otro día le pregunté si quería más y me dijo “umjú”. Por lo menos el apetito como que no lo ha perdío. Ni que lo pierda, Dios no quiera. De resto, tranquilita. La limpiamos bien limpia con un trapo pa que no le salga llagas, le cambiamos el pañal y si no tenemos utilizamos una funda pa la cama y se la ponemos ahí. Porque uno no puede bañala allá afuera. Como no camina y nunca se acostumbró a la silla de ruedas, yo no puedo cargala hasta el baño. Cómo me la llevo. Sonia tampoco me puede ayudá. Esa me preocupa más que la vieja porque no termina de aceptá que debe ise a ver al doctor. Ta haciendo lo mismito que hacía la señora Luisa cuando le comenzó la enfermedá.

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